Cuantas veces no hemos echado la
vista atrás y nos ha venido a la mente alguna de aquellas películas que vimos
en nuestra infancia, y hemos recordado con cariño aquellas sensaciones o
sentimientos que nos despertaron en aquel lejano día.
Nos llegan a la mente los que
fueron nuestros escenarios favoritos de aventuras y acción, increíbles efectos especiales que por entonces
nos dejaban con la boca abierta. Los más osados recuerdan esas primeras cintas
de terror que le dejaron más de una noche sin dormir, rebuscando entre las
sombras los culpables de más de una pesadilla. A otros, esas escenas que tanto
nos impresionaban y recreábamos en el patio del colegio con nuestros amigos.
Y cuantas veces, después de tanto
nostálgico recuerdo no nos hemos decidido, y tras mucho buscar y rebuscar en el
baúl de los recuerdos, hemos encontrado aquel clásico que de niños tantos
momentos divertidos nos regaló, y aprovechando un momento de tranquilidad nos
abandonamos a ese ataque de melancolía y revisionamos la película... Para
finalmente arrepentirnos de ello.
Desgraciadamente no todos de
aquellos clásicos de nuestra infancia han sabido llevar bien el paso de los
años. Puede que fueran mediocres películas, tuviesen un mal argumento, efectos
especiales de risa o malos actores de los que nunca más se supo, pero vista con
los ojos soñadores de un niño, y mitificada con los bonitos recuerdos que
fuimos acumulando con el paso de los años, en más de una ocasión nos hacen
llevarnos un chasco al volver a ver aquel film, que claramente a los ojos de un
adulto pierden toda la magia.
Afortunadamente, siempre hay
excepciones, maravillosas películas para las que no parecen pasar los años y al
volver a encontrarnos con ellas nos vuelven a llevar a aquellos maravillosos
años, recordándonos esos pensamientos infantiles que nos sobrevenían con las
mejores escenas.
Tengo un claro un ejemplo de cada
caso, La Princesa Prometida, codo un clásico de aventuras con su gran historia
de amor y frases tan míticas como la de “Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a
mi padre, prepárate a morir”, pero que al volver a ver, desvelan sus grandes
faltas de dirección, la superflua historia del abuelo contándole un cuento a su
nieto, la pésima banda sonora y todas esas limitaciones que de niño no llegué a
ver.
Por el contrario tengo Willow,
otro mítico film de aventuras, acción y fantasía que pese a unos anticuados
efectos especiales, no consiguen romper la magia de la película que ya nos
enamoró de pequeños, y ya desde el minuto uno, al son del tema principal de
James Horner, nos lleva al pasado para volver a hacernos disfrutar de su
maravillosa historia.
¿Y vosotros? ¿Cuáles han sido
vuestras experiencias?
Fran
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Un claro ejemplo de un caso parecido a este me pasa con La Historia Interminable. Mi consejo, dejadla en la nostalgia y releeros el libro.
ResponderEliminarGracias, tomo nota! En cambio doy fe que Regreso al futuro se puede volver a disfrutar :)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarHay muchas que se pueden disfrutar: Alien, blade Runner, star wars, incluso dentro del laberinto...que si que se ven los muñecos de Jim henson...pero molan
ResponderEliminarQue películas tan buenas! Yo sigo disfrutando todas y cada una de ellas de la misma forma que las disfrute el primer día.
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